Ana Alejandre
Retrato de George Dyer en un espejo (1968), de Francis Bacon |
La
obra elegida para ilustrar este comentario está fechada en 1968, y es el
retrato de su amante en aquellos años, George Dyer , quien se suicidó con
barbitúricos en 1971, después de una tormentosa relación con el artista.
Esta
obra refleja a la perfección el estilo, dentro del expresionismo más radical,
de Francis Bacon, que le lleva hasta el extremo de lo grotesco en sus obras, ya
que ofrece los elementos que tiene este estilo artístico, pues la deformidad de
los rostros hasta límites insospechados que los convierte en un amasijo de carne,
en facciones animalescas, además del uso de colores fuertes y oscuros, la violencia
que subyace en sus cuadros aunque sean escenas estáticas, como un grito
desgarrador que el espectador advierte al mirar sus obras en las que siempre
intenta mostrar la vulnerabilidad del ser humano, la violencia y la crueldad.
En
este retrato como en otros de este artista, se aprecia el uso del color sobre
la línea del dibujo, ya que con el color se puede expresar mejor los sentimientos,
por fugaces que éstos sean. En esta obra se aprecia un contraste entre colores
cálidos y fríos, por lo que el fondo está pintado con un color azul pálido que
es frío, pero el punto central de la obra está iluminado con una luz que
proviene de arriba que ilumina el espacio en el que sitúa la figura humana y
que casi convierte el color azul pálido del fondo en blanco, a la vez que
dibuja una línea curva que circunda el extraño objeto helicoidal en el que está
el espejo al lado del asiento, a modo de taburete, en el que se sienta la
figura retratada.
Esta
técnica de delimitar la zona donde sitúa al personaje a retratar con una línea,
unido a la vista cónica del cilindro que forma el suelo que es la base del
cuadro está indudablemente influenciada por Giacometti, en especial por sus
esculturas.
También
es de destacar que la imagen reflejada en el espejo, aunque dividida en dos
partes, es más humana, más reconocible que el rostro que se refleja en el espejo.
Quizás, en una alusión de que la imagen que el propio hombre retratado tenía de
sí mismo y ve en el espejo, difiere de la verdadera imagen que ofrece a los
demás y esa escisión en dos ¿será alusión a que tenía dos rostros, dos
identidades, una pública y otra privada, que unidas formaban la imagen real de
la personalidad del retratado? Esto parece indicar la imagen del rostro
escindido.
También
se advierte el contraste entre el color claro del fondo del cuadro con el color
oscuro del suelo, lo que provoca una perspectiva de dimensión espacial y
profundidad, ya que lo más cercano al espectador es el suelo, color que se va
degradando hasta el fondo en el que se ve como azul claro, lo cual es lo
contrario a lo que suele hacerse en pintura, ya que el color claro se pone
delante y el oscuro detrás.
Prefería
pintar retratos porque a través de ellos intentaba plasmar su concepto de ética
artística, por lo que decía: “el arte más grande te devuelve siempre la
vulnerabilidad de la situación humana”, y por ello es el ser humano
retratado la mejor forma de expresión de este concepto, pues a través de su
pintura intenta reflejar todo el horror, la crueldad, la violencia en la que
está sumido el hombre en cualquier época y lugar, porque esa misma crueldad,
como fuerza terrible y oscura, está permanentemente inscrita en la naturaleza
humana. Al llevar su deformaciones pictóricas hasta el máximo límite, entra con
fuerza en la retina del espectador que ve horrorizado en aquel amasijo de
carne, de facciones descompuestas, irreconocibles, de rostros retorcidos o fraccionados,
la verdadera situación de dolor del hombre, de su fragilidad siempre víctima de
la crueldad ajena.
Esta obra
está realizada en óleo sobre lienzo, con un tamaño de 198 x 147 cms., y se
encuentra expuesta en el Museo thyssen-Bornemisza, Madrid.
¿Quién era Francis Bacon?
Francis Bacon, pintor |
Cuando fue descubierto por su padre y mostraba ya un
carácter afeminado, se trasladó a Londres en 1925, ciudad en la que se
prostituía y protagonizaba fugas de las numerosas pensiones en las que se
hospedaba Fue testigo en su tierra natal de hechos violentos entre el Sinn Fein
y los soldados británicos, que combatían los deseos independentistas de Irlanda
protagonizados por dicho movimiento separatista.
Estuvo
durante algún tiempo en París y Berlín, entre los años 1927
y 1928, donde trabajó como decorador y comenzó a dibujar y pintar
acuarelas, especialmente impresionado
por la exposición de Pablo Picasso que visitó en Paris.
De regreso a Londres, en 1929,
comenzó a pintar al óleo como autodidacta sin éxito alguno, por lo que en 1944
destruyó todas sus obras que había creado hasta entonces. Fue su tríptico Tres
estudios de figuras junto a una crucifixión (1944), la que inauguró su
nuevo estilo pictórico desde fundamentos completamente novedosos.
El Museo de Arte Moderno (MOMA) de
Nueva York adquirió una obra suya y al año siguiente, en 1949, cuando realizó
su primera obra inspirada en el cuadro de Velázquez, Inocencio X, inició una serie de exposiciones individuales que
consolidaron su nombre. Hoy se conservan más de 40 retratos de esos
"Papas", aunque Bacon confesó que nunca quiso ver los cuadros
originales y trabajaba sobre ellos a través de fotografías.
Además de la influencia de Picasso
que ya se ha mencionado, otro artista como Munz y su famosa obra "El
grito", le sirvió de inspiración para obras posteriores, ya que esta obra
le recordaba toda la violencia que había presenciado en su tierra natal y esa
sensación de angustia por la barbarie humana se agudizó con el inicio de la II
Guerra Mundial, lo que le inspiró retratar a Hitler, Mussolini y Pío XII como
líderes vociferantes, como auténticos culpables, desde su visión de amargura y
denuncia, del horror que se había desatado en el mundo y cuyas manifestaciones
se ponían en evidencia en los campos de
concentración, el exterminio de millones de seres humano, la desolación, el
terror y la muerte.
A
partir de 1960 se centra en los retratos de personas reales, y en esos años
conoce a George Dyer y comienza la relación con éste hombre de familia de rateros
que había pasado su vida entre reformatorios y cárceles y que se convierte en
su principal modelo y amante. Con él, Bacon comienza una etapa de estabilidad
emocional y madurez creativa, decantándose por una pintura menos violenta y
agresiva, dentro de lo posible en este artista tan singular, y mantiene un plan
de vida de derroche continuo, pues afirmaba que "las riquezas son para
gastarlas", lo que le obligaba a hacer unas obras más moderadas que
tuvieran una mejor posibilidad de venta, además de ser un artista ya reconocido
que había expuesto dos veces en la National Gallery de Londres y en el MOMA de
Nueva York. De esta época es el cuadro que sirve del que se habla en este
artículo.
Esta
época de bonanza sentimental y artística, lejos ya los ecos de la guerra y
viviendo una paz que tenía como fin el reconstruir todo lo destruido por la guerra
que asoló el mundo, acabó con la trágica muerte por suicidio de su amante que
le marcó hasta el propio fallecimiento del pintor.
A
partir de ese momento su pintura recoge ya la melancolía y tristeza por la
pérdida sufrida y la soledad en la que sumió hasta que comenzó una nueva
relación con el que sería su siguiente amante, John Edwards, que le inspiró
nuevos trípticos y que fue su heredero a la muerte de Bacon, aunque falleció en
2003 en Thailandia, donde su había trasladado con su nuevo amante, huyendo de
la expectación creada por su condición de único heredero del famoso artista.
En
toda la obra de Bacon se encuentra en forma plástica su idea de que el hombre
tenía que reconstruirse a sí mismo. Afirmaba que la imagen plasmada debía
deformarse para poder hacer efecto en el sistema nervioso y el ánimo del
espectador. Parecía que intentaba revivir a través de sus obras experiencias
concretas y poder así sentir las mismas emociones que en su día vivió. Aunque
también trataba de reinventar la tradición distorsionándola. Por ello, afirmaba
que de la nada no puede salir nada, refiriéndose al arte abstracto, que
fantaseaba con la nada. Era necesario la imagen original distorsionada para que
el espectador sintiera un fuerte impacto emocional.
Su
obra, por tanto, se ve influenciada por un marcado expresionismo y simbolismo
de terror y rabia, influido seguramente por sus primeras experiencias sexuales
que le marcaron definitivamente, además de la atmósfera de violencia que vivió
durante su estancia en Irlanda, a la que agudizaron los horrores de la II
Guerra Mundial.
Su
obra, por ser la de un autodidacta, tiene una originalidad exultante. Sus
influencias, según el mismo artista reconocía, fueron Velázquez, Goya, Picaso y
Giacometti.
A
Bacon se le puede considerar el artista más importante de ese movimiento artístico
nacido en los años 70 llamado como "Nueva figuración" que encuadraba
a artistas de muy diversas tendencias, todos ellos que representan el
subjetivismo y la representación figurativa y que dio paso al arte pop.
Bacon
falleció en Madrid, el 28 de octubre de 1992, cuando visitó la capital española
con motivo de una exposición.
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