Max
Ernst (Brühl, Alemania, 1891 - París, 1976), artista plástico que cultivó la
pintura y escultura con notable éxito.
Participó, alistado en el ejército alemán, en la Primera Guerra Mundial.
Cuando abandonó el ejército ya había surgido el movimiento dadá
en Suiza que le atrajo desde el primer momento, por ser
la idea dadaísta revolucionaria del arte convencional. Ernst se instaló en
Colonia y comenzó a usar la técnica del collage.
A partir de entonces fue un miembro destacado del movimiento dadaísta de Colonia,
aunque se apuntaban en sus obras, desde muy pronto, ciertas asociaciones que
tenían carácter surrealista.
Posteriormente, en 1922, se trasladó a París, ciudad en la que empezó a pintar
obras de tipo surrealista, en las que predominan solemnes figuras humanas
y criaturas fantásticas, y todas ellas en escenarios renacentistas de gran
detallismo en su trazado, de las que es ejemplo (L'eléphant célèbes,
1921, Tate Gallery, Londres).
Buscador incansable de nuevas
técnicas y vías de expresión originales y polimorfas, utilizó varias de ellas,
pero siempre desde la perspectiva de la estética de lo absurdo y a través del
automatismo que es una característica fundamental del surrealismo. Por ello,
usó durante toda su carrera artística el empleo del collage,
ejemplo de ello es La mujer de cien cabezas (1929), Sueño
de una niña que quiso entrar en el Carmelo (1930) y Una
semana de bondad o los siete elementos capitales (1934).
También, practicó la técnica del goteo, utilizando una lata de pintura
agujereada que balanceaba sobre la superficie a pintar, lo que supone el
evidente antecesor del dripping de Jackson Pollock de años más
tarde. Además, también practicó la técnica del frottage, a
partir de 1925, que se basa en la reproducción de texturas
originadas al pintar sobre un papel colocado sobre una superficie
con relieves Con este método creó sus colecciones de Bosques y
de la Historia Natural entre 1926 y 1928. Más tarde, practicó
la técnica del gratagge (técnica que consiste en raspar
o grabar los pigmentos secos sobre un lienzo o tabla de madera.
Ernst, durante la Segunda Guerra Mundial, en la que se produjo la invasión
de Francia, fue encarcelado por los alemanes. Mientras estaba en prisión
trabajó en la decalcomanía, técnica usada para transferir al cristal o al metal
pinturas hechas sobre un papel preparado al efecto y con el que se duplicaba
manchas simétricamente.
En todas sus creaciones quería encontrar los medios más idóneos para
expresar, en dos o tres dimensiones, el mundo onírico y la imaginación que son
adimensionales y, por ello, sutiles y volátiles.
Casi en toda su obra se encuentra protagonizada por temas sumamente
inquietantes y en las que aparecen misteriosas formas orgánicas y minerales que
evocan una realidad onírica de angustiosa pesadilla.